Con el confinamiento aumentaron las carencias en las comunidades indígenas

El confinamiento ha servido como cómplice silente para el aumento de las carencias en las comunidades indígenas, producto de las limitaciones de acceso y movilización.

2020 ha sido un año duro para los indígenas venezolanos.  Una pandemia que nos atacó en uno de los peores momentos del sistema de salud, continuación de la invasión de tierras indígenas por grupos armados, migración forzada en las peores condiciones de vulnerabilidad y el retroceso legal para la escogencia de la representación indígena ante la Asamblea Nacional, son algunos de los obstáculos que vivieron a lo largo de este año.

El confinamiento ha servido como cómplice silente para el aumento de las carencias en las comunidades indígenas, producto de las limitaciones de acceso y movilización; aunado a la intensificación de los proyectos extractivistas, que van erosionando cada vez más los recursos naturales tan vitales para la sostenibilidad física, espiritual y cultural de los pueblos indígenas.

Las condiciones cada vez más adversas en medio de las que sobreviven los indígenas en sus comunidades propiciaron una nueva oleada de migración, a pesar de las restricciones de movilización impuestas por la cuarentena para prevenir la COVID-19.

El desplazamiento en estas condiciones representa un riesgo aún mayor, pues implica trasladarse en medio de la clandestinidad y a merced de redes delincuenciales.

En los últimos 3 meses se ha dado una movilización masiva de waraos hacia Brasil a pie, canalete y hasta en cola, en medio de la desesperación por la falta de alimentos, medicinas y alternativas de vida en  sus comunidades, de igual manera ha aumentado paulatinamente la migración de indígenas en Amazonas y Bolívar, aunque en condiciones menos precarias que las del pueblo warao.

Con motivo de la celebración  de Día Internacional de los Derechos Humanos, la Asociación Civil Kapé Kapé, recalca la imperancia de implementar políticas de recuperación de los estragos que ha dejado la pandemia, recordando que las mismas deben tener como horizonte el disfrute de la ciudadanía de sus derechos humanos.

Tal y como lo expresó esta semana la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michel Bachelet en su balance de la situación de los derechos humanos en el mundo en medio de la pandemia “hay una vacuna para el hambre, la pobreza, la desigualdad y posiblemente – si se toma en serio – para el cambio climático, así como para muchos de los otros males que enfrenta la humanidad. Es una vacuna que desarrollamos a raíz de anteriores crisis mundiales masivas, incluidas las pandemias, las crisis financieras y las dos guerras mundiales. El nombre de esa vacuna es ‘derechos humanos’”.

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